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España en marcha III: “El chico de la última fila”, de Juan Mayorga
España en marcha III: “El chico de la última fila”, de Juan Mayorga
- club-lectura
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5 años 2 meses antes - 5 años 1 mes antes #13
por club-lectura
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España en marcha III: “El chico de la última fila”, de Juan Mayorga Publicado por club-lectura
Juan Mayorga (Madrid, 1965) es un dramaturgo cuyas obras son imprescindibles a día de hoy en el panorama teatral de nuestro país, y como, veremos, allende nuestras fronteras.
Es el ganador del Premio Nacional de Literatura Dramática 2013 por su obra “La lengua en pedazos”, en la que el jurado ha valorado “la lúcida y contemporánea visión dramática de la figura de una mujer como Teresa de Jesús”. Ha escrito casi una treintena de obras de teatro, además de piezas breves y versiones de clásicos como Hécuba, La dama boba, Fuenteovejuna, Divinas palabras o Un enemigo para el pueblo.
Profesor de Matemáticas de Secundaria en excedencia, un día, cuando todavía ejercía como tal, corrigiendo unos exámenes, uno de sus alumnos le escribió: “Maestro, no tengo ni idea de los ejercicios, pero quiero que sepa que este fin de semana gané un torneo de tenis en Gerona. Voy a ser el mejor, así que me haré famoso y lo llevaré a usted a cenar y a darnos un buen homenaje”. Después de quedarse estupefacto, y de suspender al alumno, claro, se le ocurrió la trama de la obra que hoy nos ocupa “El chico de la última fila”, en la que los protagonistas son Germán, un profesor de Literatura y Claudio, su alumno, las redacciones que este escribe y la forma que tienen de ver el mundo y la literatura ambos. La mujer del profesor, Juana, lee también las redacciones, que el alumno escribe puntualmente por entregas, casi como una novela de intriga, y en las que describe cómo es la vida dentro de la casa de otro alumno, Rafa, a la que va para ayudarle con las matemáticas. Juana queda horrorizada pensando que es una especie de psicópata o algo así. La respuesta de Germán es tajante: “Es un chico cabreado, sólo eso (…) Mejor que saque su rabia así y no quemando coches (…) A mí me dan más miedo los otros(…) Esos no respetan nada, ni la ortografía, ni la sintaxis, ni el sentido común”. Poco a poco, las conversaciones entre Germán y Claudio se mezclan con lo que pasa en la casa de Rafa. La familia “normal” vista tan de cerca y casi diseccionada, parece incluso ridícula.
El teatro se convierte así en el género literario más cercano a la vida, y el autor dramático es un pequeño demiurgo que hace y deshace a su antojo: “Mi padre no es un personaje de esta historia. Mi padre no sale”. Claudio que “se sienta en la última fila (…) Es el mejor sitio. Nadie te ve, pero tú los ves a todos”, es el escritor en estado puro y de ahí surgen entonces disquisiciones de todo tipo sobre la vida, la literatura y la relación entre ambas: “No es clase de Ética ni de Religión. Es Lengua y Literatura”, “La literatura no enseña nada. No nos hace mejores”, “La gente necesita que le cuenten historias”, “La gente no quiere arte, la gente quiere decoración”, “Da igual que sea verdad. Si no es verosímil, no vale, aunque sea verdad”…
Como adelantamos, la obra ha transcendido nuestras fronteras. El director de cine francés François Ozon la vio, quedó prendado de ella y se basó en el texto teatral para realizar su exitosa película “En la casa” (2012). Surge aquí una pregunta: ¿por qué no la adaptó un cineasta español? ¿por qué hay una relación tan distante entre el teatro y el cine en nuestro país?
Os dejamos un archivo con las primeras páginas de la obra. En nuestro catálogo encontraréis éste y otros títulos de Juan Mayorga .
Es el ganador del Premio Nacional de Literatura Dramática 2013 por su obra “La lengua en pedazos”, en la que el jurado ha valorado “la lúcida y contemporánea visión dramática de la figura de una mujer como Teresa de Jesús”. Ha escrito casi una treintena de obras de teatro, además de piezas breves y versiones de clásicos como Hécuba, La dama boba, Fuenteovejuna, Divinas palabras o Un enemigo para el pueblo.
Profesor de Matemáticas de Secundaria en excedencia, un día, cuando todavía ejercía como tal, corrigiendo unos exámenes, uno de sus alumnos le escribió: “Maestro, no tengo ni idea de los ejercicios, pero quiero que sepa que este fin de semana gané un torneo de tenis en Gerona. Voy a ser el mejor, así que me haré famoso y lo llevaré a usted a cenar y a darnos un buen homenaje”. Después de quedarse estupefacto, y de suspender al alumno, claro, se le ocurrió la trama de la obra que hoy nos ocupa “El chico de la última fila”, en la que los protagonistas son Germán, un profesor de Literatura y Claudio, su alumno, las redacciones que este escribe y la forma que tienen de ver el mundo y la literatura ambos. La mujer del profesor, Juana, lee también las redacciones, que el alumno escribe puntualmente por entregas, casi como una novela de intriga, y en las que describe cómo es la vida dentro de la casa de otro alumno, Rafa, a la que va para ayudarle con las matemáticas. Juana queda horrorizada pensando que es una especie de psicópata o algo así. La respuesta de Germán es tajante: “Es un chico cabreado, sólo eso (…) Mejor que saque su rabia así y no quemando coches (…) A mí me dan más miedo los otros(…) Esos no respetan nada, ni la ortografía, ni la sintaxis, ni el sentido común”. Poco a poco, las conversaciones entre Germán y Claudio se mezclan con lo que pasa en la casa de Rafa. La familia “normal” vista tan de cerca y casi diseccionada, parece incluso ridícula.
El teatro se convierte así en el género literario más cercano a la vida, y el autor dramático es un pequeño demiurgo que hace y deshace a su antojo: “Mi padre no es un personaje de esta historia. Mi padre no sale”. Claudio que “se sienta en la última fila (…) Es el mejor sitio. Nadie te ve, pero tú los ves a todos”, es el escritor en estado puro y de ahí surgen entonces disquisiciones de todo tipo sobre la vida, la literatura y la relación entre ambas: “No es clase de Ética ni de Religión. Es Lengua y Literatura”, “La literatura no enseña nada. No nos hace mejores”, “La gente necesita que le cuenten historias”, “La gente no quiere arte, la gente quiere decoración”, “Da igual que sea verdad. Si no es verosímil, no vale, aunque sea verdad”…
Como adelantamos, la obra ha transcendido nuestras fronteras. El director de cine francés François Ozon la vio, quedó prendado de ella y se basó en el texto teatral para realizar su exitosa película “En la casa” (2012). Surge aquí una pregunta: ¿por qué no la adaptó un cineasta español? ¿por qué hay una relación tan distante entre el teatro y el cine en nuestro país?
Os dejamos un archivo con las primeras páginas de la obra. En nuestro catálogo encontraréis éste y otros títulos de Juan Mayorga .
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Última Edición: 5 años 1 mes antes por club-lectura.
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